Comentario
Hernando Colón, cosmógrafo
La herencia de un apellido diestro en el arte de ensanchar mundos, los papeles paternos saturados de observaciones y de saber, el ejemplo vivido cerca y también su propia inquietud personal inclinaron a Hernando a la navegación y a la cosmografía.
Rozaba los 14 años cuando experimentó la mar acompañando a su padre y a su tío en el cuarto viaje colombino, el más difícil y penoso. A tan escasa edad demostró no poca entereza y mucho interés. El valioso relato que de esta navegación nos ha dejado en su Historia del Almirante hacen pensar en un cuaderno de notas o apuntes personales tomados durante esa inolvidable experiencia. A la luz del ejemplo paterno aprendió los buenos resultados que podían obtenerse cuando alguien sabía conjugar conocimiento teórico y práctica lograda a golpe de mil observaciones diarias. ¡Cómo no iba a quedar agigantado a los ojos de aquel joven el gran descubridor, tras la manera que tuvo de presentir y esquivar aquel terrible huracán cuando navegaba por las costas de Santo Domingo en el verano de 1502! ¡O la escena de Jamaica aprovechando un eclipse de luna para intimidar a los indios y tenerlos sumisos!12.
Muerto el primer Almirante, papeles y escritos, dibujos, cartas y mapas, su herencia, en suma, continuó viva en todos los Colón, especialmente en sus hijos. Por todo ello, resulta muy difícil discernir si este escrito o aquel proyecto de Hernando (o de Diego, que para esto estaban y se sentían profundamente hermanados) aportaba algo personal o era cosecha totalmente prestada.
Enlazando con esto, un historiador serio como Jos13 no dudó en calificar a nuestro personaje de plagiario de su padre. Dicho tan a bote pronto parece duro, excesivo si a tal acepción la rodeamos de las connotaciones peyorativas que hoy tienen para cualquier intelectual al uso. Por si sirve de algo aclarar lo de plagiario, los tiempos en que escribía Hernando eran muy otros a los actuales, con costumbres algo diferentes y harto poco respetuosas con la producción intelectual ajena, Y si esta producción o inspiración procedía del propio padre o de su tío don Bartolomé, injustamente relegado por muchos, miel sobre hojuelas, que dirían algunos; todo quedaba en casa.
Sin embargo, no vayamos demasiado deprisa. Es sabido que una persona que plagia es aquella que se atribuye y firma como propio algo perteneciente a otra. ¿Es este el caso de Hernando Colón con respecto a su padre? A pregunta directa, respuesta igualmente directa, adelantándonos a lo que diremos a continuación: no. Cierto es que entre padre e hijo hay influencias notables, paralelismos claros, pero las alusiones y referencias, unas claras, veladas otras, son suficientes para en puro rigor tener que desechar el término plagio.
Las obras referentes al tema que ahora nos ocupa son varias, y unas con otras, tanto las conocidas como las que se han perdido, nos acercarán a la verdadera dimensión del personaje.
Entre 1509 y 1511 la actividad de don Hernando es intensa. Tras su rápido viaje a las Indias, casi de ida y vuelta y que será estudiado en relación con los Pleitos Colombinos, todo --interés familiar e intereses de la Corona-- incitaba a no quedarse quieto al que tenía algo que ofrecer. Lo primero en el tiempo es un Memorial por el Almirante (finales de 1509) con apuntes y notas traídos de las Indias, pero cuya elaboración final lleva el sello incuestionable de don Hernando14. En este Memorial se esbozan ideas sobre poblar y descubrir que remiten explícitamente al descubridor. En relación con dicho Memorial, acaso como una ampliación de esas ideas esbozadas habría que situar el Tratado sobre la forma de descubrir y poblar en la parte de las Indias, cuya autoría se atribuye él mismo por propia confesión. Esta obra se ha perdido.
En la misma línea de hacer méritos ante el rey Fernando el Católico está el Proyecto de Hernando Colón en nombre y representación del Almirante, su hermano, para dar la vuelta al mundo, fechado en Sevilla el 19 de julio de 1511, y que no hace mucho tuvimos la fortuna de sacar a la luz. Para quien dude por sistema de Hernando sirvan estas líneas: Diré lo que dello siento así como por lo que de él aprendí de palabra y de muchos libros y escrituras que de él me quedaron y de otras partes he recogido. Aparte de la novedad y curiosidad del documento, de la temprana fecha (casi 10 años antes del viaje de Magallanes-Elcano), de su ofrecimiento para dirigir la expedición, conviene destacarlo igualmente porque alude a otra importante obra suya, presentada por esas mismas fechas en la corte, y que se titulaba Colón de Concordia, también perdida. Este trabajo hernandino ha sido visto siempre en paralelo con el Libro de las Profecías en el que tanto trabajó el descubridor auxiliado por su amigo el cartujo Gaspar Gorricio, y en algunas páginas también por Hernando.
Esta etapa plena de actividad intelectual y deseo de servir a la Corona se debe cerrar con aquella respuesta del Rey (22 de agosto de 1511) dándose por enterado y agradeciéndole el servicio, pero ordenándole al mismo tiempo que permaneciera en Sevilla o en Córdoba, donde mejor gustara, en espera de decisiones que nunca llegaron.
A nadie debe extrañar que durante estos años las ideas colombinas estuvieran tan presentes y fueran aceptadas sin discusión y con orgullo por toda su familia. Téngase en cuenta que la visión cosmográfica del descubridor aún no había sido rectificada; es decir, las tierras de América corresponderían al borde más oriental del ámbito asiático.
Con los años, don Hernando sumaba lecturas, saber y fama de experto en cosmografía. De 1522 debe ser la Escritura o forma de navegación para su alto y felicísimo pasaje de Flandes a España. Regresaba Carlos I de coronarse Emperador y entre su séquito estaba --no se sabe en calidad de qué-- el segundo hijo de Colón. Por desgracia también se ha perdido esta pieza15. Pero eso no es óbice para que todos los historiadores le encuentren un extraño paralelismo con otro documento elaborado por su padre en 1496, cuando la princesa Margarita venía de Flandes a Castilla a casarse con el Príncipe don Juan.
Por último, el trabajo más completo y maduro, colofón en buena medida de su actividad corno experto cosmógrafo, tiene fecha de 1524 y se titula El derecho que la Real Corona de Castilla tiene a la conquista de las provincias de Persia, Arabia e India, e de Calicut e Malaca con todo lo demás que al Oriente del Cabo de Buena Esperanza el Rey de Portugal sin título ni derecho alguno tiene usurpadas16. En esta pieza documental repasa sus trabajos anteriores a modo de curriculum meritorio jalonado de servicios a la Corona.
Ha sorprendido a algunos estudiosos que don Hernando, en esta ocasión, olvidase aludir expresamente a su padre cuando este se había manifestado con toda claridad años antes sobre este mismo asunto (un Memorial entregado a los Reyes Católicos en el monasterio de la Mejorada el año 1497 y la Información y relación del derecho que tenían los Reyes Católicos a las Indias, de hacia 1500). La razón del proceder hernandino es que ahora --no así en 1511-- el gran descubridor había dejado de ser aquella autoridad incontestable que fuera tiempo atrás; se había equivocado al identificar las tierras de América con las más extremas de Asia, como acababa de demostrar la triunfante expedición de Elcano tras dar la vuelta al mundo. El globo terráqueo era más grande de lo que había imaginado don Cristóbal. Y por eso don Hernando, cual hombre sabio y prudente, al silenciar ideas y trabajos paternos, soslayaba igualmente sus errores.
Este escrito que venimos comentando fue el punto final y, en buena medida, justificativo de un fracaso personal precedente que Hernando sufrió en las juntas de Badajoz-Elvas de 152417. Aquí se habían reunido expertos castellanos y portugueses (3 astrónomos, 3 marinos y 3 letrados de cada reino) con el fin de llegar a un acuerdo sobre la demarcación que el meridiano acordado en el Tratado de Tordesillas (1494) habría de tener sobre la zona oriental. Dicho de forma más simple: si las islas de la Especiería y el Maluco pertenecían a España o a Portugal. Don Hernando participó en calidad de afamado cosmógrafo y su postura fue la más intransigente y dura de la representación castellana. Y acaso también la más inteligente. Los portugueses no cedieron y no hubo acuerdo.
Todo lo dicho tiene por telón de fondo las Indias, y bien podemos concluir con el encargo hecho por el Emperador en 1526: que don Hernando se reuniera con los principales pilotos españoles y elaboraran un mapamundi o carta general de navegación que quedase corno modelo y guía en la Casa de la Contratación de Sevilla. Por, razones que desconocemos no se realizó18.
La faceta cosmográfica de don Hernando quedaría incompleta si no mencionáramos, siquiera brevemente, la Descripción y Cosmografía de España19, corno él gustaba llamar. Hoy día se la conoce también con el nombre de Itinerario. La intención de este proyecto inacabado era recorrer todos los pueblos de España en busca de los datos geográficos y topográficos más interesantes de cada lugar, para reunirlos después alfabéticamente en un Vocabulario o diccionario topográfico de España. El día 3 de agosto de 1517 se puso en marcha la obra, después de que su promotor hubiera establecido el método a seguir. Empeño tal, por muy viajero que se fuera, no podía ser obra individual sino de equipo. Para ello se sirvió de criados y delegados suyos que con las debidas autorizaciones legales recorrieran los pueblos de España en busca de información fidedigna.
Este esfuerzo, costeado exclusivamente por el hijo del descubridor, fue impedido por el Presidente del Consejo Real de Castilla, según palabras del propio Hernando. Y una orden del Emperador, de 13 de junio de 1523, ponía punto final a tan encomiable iniciativa al prohibirles taxativamente continuar lo emprendido. Un colaborador de Hernando, Juan Pérez, adelantó por su cuenta una explicación: La envidia no lo dexó llevar a cabo. Otras explicaciones posteriores han apuntado que si una empresa de tal envergadura era más propia del Estado que de un particular; que si al utilizar datos administrativos quien ningún cargo público ejercía, es decir, Hernando, estaba atribuyéndose unas competencias que no le correspondían. Sea lo que fuere, lo único cierto es que hubo de esperar a las Relaciones topográficas escritas en tiempos de Felipe II para encontrar algo parecido a lo que quiso realizar don Hernando. El historiador y el geógrafo lamentan más que nadie que no le dejaran terminar este trabajo.